AL OTRO LADO DEL ESPEJO...


Pero no todas las interpretaciones de la mecánica cuántica creen que el observador, ya sea consciente o no, sea la causa de que la realidad microscópica se materialice en una de sus múltiples posibilidades.
En este sentido, el físico Hugh Everett propuso en 1955 una de las hipótesis más curiosas y controvertidas; la de los “muchos mundos”. Para explicarla vamos a recuperar de nuevo el experimento de Schrödinger.

Según Everett, no es verdad que el pobre gato esté suspendido en una nebulosa de incertidumbre sobre su vida hasta que el observador abra la caja, sino que… ¡atención! todo el universo se desdobla en las dos opciones posibles, es decir, que existe un universo donde nos encontremos con un gato vivo y otro donde nos encontremos con un gato muerto, por lo que existirá una copia exacta en otro universo con una única diferencia: la suerte que haya corrido el felino.

Cada vez que intentemos medir u observar lo que sucede en a nivel cuántico, todas las posibilidades serán ciertas en otros tantos mundos paralelos.
Es como si al llegar a una encrucijada de caminos existiera un universo por cada dirección que indicara el cartel con una copia exacta de nosotros mismos aventurándose por cada camino posible.

La conciencia del observador carece en esta teoría de influencia alguna sobre lo que sucede.
Cada universo existe por separado y son inaccesibles entre ellos…pero ¿podríamos intuir su presencia?

Se ha especulado con la posibilidad de que dichos universos paralelos se puedan detectar mediante un simple espejo.
Según esta hipótesis, cuando nos miramos en ellos, la imagen que nos devuelven no pertenecería a nuestro universo sino a uno paralelo.
Aunque dicha imagen parezca una réplica exacta del nuestro en realidad podría existir una pequeña variación que puede dar lugar en el futuro a un universo completamente distinto.

Si situamos los espejos en paralelos reflejándonos a nosotros mismos conseguiremos una proyección infinita donde podría ser más fácil detectar alguna diferencia entre ellos.

La hipótesis de los “muchos mundos” aunque matemáticamente aceptable y de imposible refutación, no ha gozado nunca de buena fama entre los científicos por ser demasiado “compleja”, por el derroche de tanto universo frente a la simplicidad que buscan siempre los físicos.

En cambio, ha resultado muy atractiva para el género de ciencia ficción. Podemos ver ejemplos en la novela de Michael Crichton “Rescate en el tiempo”, en el cuento de Jorge Luis Borges "

El jardín de los senderos que se bifurcan”, en películas como “Regreso al futuro” o la última entrega de Star Trek y en series de televisión como “Doctor Who” , “Fringe” o "FlashForward".

También ha dado lugar a un subgénero denominado “ucronía” donde se narran sucesos históricos que en un momento determinado dieron un giro y se desarrollaron de forma alternativa. Podemos ver algunos ejemplos en en el premiado libro de Philip K. Dick “El hombre en el castillo”, en la película “Malditos Bastardos” de Tarantino o en el documental "Viva la República".

Pero la interpretación de “los muchos mundos” tiene una consecuencia lógica bastante curiosa que fue desarrollada en 1988 por el cosmólogo Max Tegmark mediante un experimento imaginario basado, una vez más, en el “gato de Schrödinger”.

Aunque esta vez, para tener una perspectiva desde el punto de vista del felino, éste fue sustituido por una persona sentada con una pistola apuntando a su cabeza (¡menos mal que son mentales estos experimentos!).

Pues bien, esta pistola tenía un mecanismo que dependía del sentido del giro de una partícula cuántica, si lo hacía en el sentido de las agujas del reloj se disparaba y si lo hacía al contrario no.

Según la interpretación de Copenhague existía 50% de probabilidades de que el individuo se pegara un tiro cuando apretara el gatillo, por lo que si lo hacía varias veces al final terminaría muriendo. Pero, desde el punto de vista de los “muchos mundos” en cada intento de disparo el universo entero se desdoblaría en dos, uno donde el suicida moriría y otro donde permanecería vivo y volvería a intentar el tiro por lo que el universo se desdoblaría, de nuevo, en sus dos posibilidades y así sucesivamente.

¿A que conclusión se llega con este experimento?
pues que siempre existirá un universo donde el individuo permanezca con vida por más que intente suicidarse llegando a una situación conocida como inmortalidad cuántica.
El individuo sólo podrá percibir el universo donde puede existir, sin embargo, los posibles espectadores del experimento si podrán vivir el drama de un disparo en toda regla.
Y se puede ir más allá en esta idea.
El universo donde el individuo está vivo es su propio universo, mientras en que el universo donde muere es el universo de los demás.

La interpretación de la necesidad de la conciencia para la existencia de la realidad (descartada al principio) y la interpretación de los múltiples universos podrían ser ciertas al mismo tiempo ¿cómo? si existieran tantos universos como mentes conscientes cada uno con su propia realidad.

Por lo cual la muerte de una persona sólo existiría en los mundos de las demás y nunca en el suyo propio.




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